¿Qué tal si el liderazgo no se construye sobre la verticalidad del mando ni reposa en los hombros de un individuo, mortal como todos, al que llamamos jefe? ¿Existe un sistema distinto a la jerarquía para conducir a las organizaciones hacia niveles superiores de eficiencia? ¿Qué pasaría si todo el equipo articula el liderazgo como una red de relaciones donde quien dirige facilita la organización y colaboración colectiva, y crea, de paso, disfrute, realización y bienestar para todos? Mediante la identificación y desarrollo de 13 competencias clave para emprender esta nueva concepción, los autores proponen reemplazar la figura del jefe tóxico y maltratador por uno que evoluciona su ser y transforma el ámbito del trabajo en un lugar de encuentro y despliegue personal y colectivo