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Primer Concurso de Microcuentos Librolia


Primer Lugar

18 de septiembre

Una tarde mi papá llegó a casa. Yo tenía seis años y el veintiséis. Me llevó a pasear por la avenida 18 de septiembre; caminamos entre las tiendas y nos sentamos a comer en el “shop 18”. Antes de que el sol se escondiera, regresamos a casa. Nos despedimos con un abrazo, y yo deseé con todo mi ser que ese día se repitiera. Con el paso del tiempo, el local cerró, la avenida cambió y mi papá nunca más regresó.

Hoy, muchos años después, recorro la misma avenida, pero esta vez de la mano de mi hijo. Mientras paseamos, le compro un helado y compartimos un rato en el local “La Naranja” del Comercial El Morro. Al verlo sonreír, me doy cuenta de que, aunque algunas cosas se pierdan con el tiempo, siempre habrá nuevos recuerdos por crear y abrazos que dar.

Mali.

Segundo Lugar

El Guardián de los sueños

En el corazón del bosque había un hombre que caminaba en los bordes de la realidad, sus pasos eran ecos de un mundo que olvidó cómo cantar. Decían que su rostro era tan viejo como la madera más antigua, que sus manos podían convertir piedras en pan y susurrar secretos a las raíces. Le llamaban el Guardián de los sueños, un título que yo imaginaba grande y terrible, como los cuentos que devoraba cuando era niña.

La primera vez que lo vi, sus ojos brillaban como luciérnagas atrapadas en frascos rotos. Cargaba un saco lleno de herramientas que tintineaban como campanas de hierro, y su andar era lento, como si la tierra lo sostuviera con desgano. No habló mucho, pero sus silencios eran más elocuentes que cualquier palabra.

Me decía que vigilaba los límites del bosque porque los monstruos siempre intentaban entrar. Y noche tras noche, cuando el hambre se volvía insoportable y el frío mordía mis huesos, él regresaba. Dejaba panes duros y promesas de un día mejor.

Años después, cuando abrí su viejo saco de herramientas, encontré monedas desgastadas, dedos agrietados y una libreta llena de cuentas por pagar.

Él no era un guardián.

Era mi padre, y yo su sueño más puro.

Astraea Noxa.

Tercer lugar

Epifanía

Una tarde, cuando regresaba de la oficina, recordó la promesa de un obsequio para su hermano.

De todos los libros que estaban en el escaparate de la librería, no sabía cuál llevar... En ese instante solo podía depender de su presentimiento; es decir, elegir por una portada llamativa o por un título sugerente.

Ingresó a la librería y caminó por los pasillos de literatura realista, terror y policíaca. De pronto, en una esquina, en donde estaban los libros en remate, encontró uno que se titulaba "El despertar de un hombre solitario"... Leyó fragmentos de una página tras otra, con la confianza de que aquel libro podía ser apasionante. Poco a poco la historia le fue pareciendo familiar; el protagonista era un hombre de 30 años, estresado por el trabajo y su adicción al póker. ¿Se parecía un poco a él? Sí, más o menos; más bien en algo; finalmente aceptó que sí se parecía, que sí era como él...

Aquella tarde, el hombre abrió los ojos como si hubiese despertado de un profundo sueño; cuando sintió las palpitaciones de las páginas, sus pupilas brillaron.

Julián Lorca.