El dinamismo que han demostrado en Chile las inversiones y la innovación en el sector de la energía se ha hecho especialmente evidente desde los primeros años del actual siglo XXI. Es una consecuencia del invariable aumento del consumo por parte de la población y del aparato productivo, en una tendencia que con seguridad se mantendrá en las décadas venideras. En ese contexto, además, nuestro país ha adquirido liderazgo en el desarrollo de proyectos de energías limpias, estando a nivel latinoamericano comparativamente bien posicionado para afrontar las metas en esa área. Existen, en todo lo anterior, escenarios novedosos y desafiantes. Así, la legislación en este sector se encuentra permanentemente tensionada en su capacidad de responder a exigencias adicionales y, a veces, inéditas.