A pesar de que durante los últimos treinta años el delito ha disminuido a nivel mundial, la criminalidad en América Latina ha alcanzado niveles sin precedentes. Si bien las estadísticas demuestran que, desde comienzos del siglo xxi, la región ha experimentado crecimiento económico, reducción de la pobreza y la desigualdad, aumento de la demanda de consumo y extensión de la democracia, también ha sufrido un dramático estallido de violencia y delitos contra la propiedad. Este incremento tiene enormes implicancias sociales, económicas y políticas que están transformando el tejido social y la vida cotidiana de millones de ciudadanos.
A partir de fuentes diversas, El negocio del crimen intenta responder tres interrogantes fundamentales: ¿por qué ha aumentado la delincuencia en todo el continente?; ¿por qué las nuevas democracias no han abordado de manera eficaz uno de los problemas más importantes para los ciudadanos de la región?; ¿por qué las instituciones encargadas de la aplicación de la ley tienen un desempeño deficiente? Marcelo Bergman analiza el desarrollo del crimen organizado como negocio en América Latina, así como el fracaso y la incapacidad —en muchos casos, complicidad— de los organismos y los funcionarios estatales para contenerlo con éxito. De este modo, sostiene: “A pesar de
que la pobreza se redujo, la desigualdad disminuyó y los ingresos de las personas aumentaron, la región fue testigo del deterioro constante de la seguridad individual. Ahí radica la paradoja latinoamericana”.