Rápido, antes de llorar, que reúne los escritos de 1976 a 1978. Bertoni es lo mejor que le está pasando a la literatura chilena. Después de Parra, le está terminando de quitar el almidón y el rimel. Claro que por direcciones inversas: Parra hace de la metafísica un chiste y Bertoni de la trivialidad, una metafísica. Se mueve permanentemente en el lugar común, pero lo esquiva con marcial arte de pugilista y se las arregla, además, "a la maleta", para meterle combos en la guata. Escribe como le chorrea, como eyacula, como habla, como sangra, como sufre, como babea.