Heredia, al investigar la misteriosa desaparición de uno de sus antiguos amigos de la Escuela de Derecho, y de quien se sospecha pudo ser informante de los organismos de seguridad de la dictadura, se sumerge en recuerdos que le permiten explorar las fisuras de una sociedad que ha extraviado muchos de sus valores. En el desarrollo de su trabajo, Heredia piensa que las pistas hay que seguirlas con el ojo del alma, es decir, con los sentimientos más arraigados en su conciencia. Como en otras de sus historias, en esta novela Díaz Eterovic vuelve a reflexionar sobre una sociedad dañada por los crímenes y las injusticias.