En esta alucinante novela distópica la sequía se ha apoderado del territorio. El poder sobre el agua por parte de unos pocos, ha modificado las formas de vida y la burocracia de su control –encargada a una Oficina del agua– ha trasformado a toda la población en sujetos de deuda. La gente contempla la destrucción del planeta mientras resiste, a duras penas, intentando formas de conseguir el bien preciado. A través de las hazañas cotidianas del funcionario A. Prieto, La Oficina del Agua construye un universo posible de la catástrofe. Este necesario relato nos alerta sobre las consecuencias que genera la explotación sin control de los recursos naturales. Y con una prosa filuda e irónica construye un mundo horrible que, de seguir así, podría tornarse una nueva normalidad.