Una memoria de lo doméstico, «de cuando vivimos sin gravedad», se construye una y otra vez en estos poemas de Luis Chaves, donde «no existen los momentos cualquiera» y se superponen diferentes tiempos. Una abuela «doblada sobre / el mueble de la máquina de coser / como una bióloga sobre el microscopio» convive con malas decisiones tomadas hace décadas, cuya onda expansiva llega hasta hoy. Lo que dicen «las figuras raras que hacemos con los clips» mientras hablamos por teléfono, los dedos que entran a la tierra para trasplantar geranios, o la libreta donde una madre anota una última plegaria, revelan tanto lo que brilla como lo que falta por decir.