Nuestro futuro presidente debe comprender la energía: qué es, qué opciones enfrenta hoy la humanidad para conseguirla, cuál es la eficiencia de cada una, cuáles son las consecuencias ambientales de esas alternativas, qué industrias las explotan. Si por un momento dejamos de lado la política y consideramos la energía de manera objetiva, llegaremos a unas conclusiones que a menudo van en contra de la intuición y por ello resultan inesperadas.