Esta obra se enmarca en una filosofía espiritualista y posmoderna, realizando diferentes críticas a las perspectivas filosóficas que, por el autor, son consideradas radicales y/o reduccionistas. Entre ellas, a la perspectiva vitalista de Nietzsche, lo cual se refleja en su título. Propone diferentes respuestas a una sociedad posmoderna que, por su contexto histórico-cultural, se encuentra en una nueva crisis existencial. Estas respuestas abordan diferentes temas de la filosofía: la existencia de Dios; el derrumbe de la modernidad y el surgimiento de la posmodernidad; el origen de Dios; el trasfondo espiritual de la afectividad; la primacía del amor en la vida humana; la ética en el cotidiano vivir; y el perjuicio de la filosofía materialista, utilitarista y positivista en la sociedad.