Al duro realismo de los seis relatos que el escritor Simón Soto publicase el año 2011, la reflexión y el oficio han sumado otras formas con precisiones diferentes en cada texto, además de tres
cuentos nuevos y un epílogo del filósofo y escritor Iván de los Ríos.
Esta nueva edición de Cielo negro no solo nos habla de la calidad y robustez del trabajo literario de Soto, sino que también de una mirada particular que solo ha ganado precisión e
independencia con los años.
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Cielo negro, del narrador y guionista Simón Soto, presenta la soledad, la memoria y el olvido, la fábula del éxito, la juventud y la sordidez histórica de los personajes como el leit motiv de los
sólidos relatos que se presentan a lo largo del libro.
Gladys González
¿Qué hay en estos relatos? Todas las respuestas son válidas, todas existen a la vez, todas son pura literatura: la violencia como una forma de la memoria y la radio sintonizada con voces
hechas de culpa y terror; la música de la calle y la ciudad como una cárcel; el sexo como un disfraz de la soledad y la cocaína como la persecución de la fe; las entrañas de los edificios
y los cuerpos de la provincia exhaustos, destruidos por la iluminación; la parodia como un disfraz de la tristeza; la silueta deforme y el recuerdo de Charly García o, más bien del pellejo
famélico, destruido e imposible de Charly García; los retratos de la familia desconyuntados de todo marco en un país de hijos encontrados y padres desvanecidos; las voces perdidas de la
televisión, otro éter lleno de monstruos; el cuento breve como una aventura, como una patada en el rostro, como si la resaca pudiese ser convertida en un satori, más formas profanas de
la oración; o sea, la noche de Simón Soto como la verdadera historia de Chile y el cielo negro, su cielo negro, vuelto una metáfora total, una alegoría salvaje acerca de los restos de nuestro tiempo; acaso el dibujo de otro horizonte terrible del mundo.
Álvaro Bisama