¿Por qué razón alguien querría guardar su pelo trenzado en un cesto? Las mujeres de mi familia / guardan el cabello / que se cortan / en un cesto de trenzas. Es una tradición antigua, / ya no se sabe / quién la inició.
Así nos responde la poeta bielorrusa Natalia Livtinova (1986), que a los diez años emigró junto a su familia a Buenos Aires. Una nueva lengua, la presencia ineludible de la suya y sus poetas - Esénin, Marina Tsvietáieva y otros, más tarde traducidos por ella - le abren, quizá, camino a la escritura y posterior publicación de sus libros en España y diferentes países latinoamericanos. Natalia había nacido en Gómel solo unos meses después del desastre nuclear de Chernóbil. Los retazos de memoria de su infancia no pueden sustraerse a la muerte y consecuencias de ese fatal evento, sin embargo, este Cesto de trenzas contiene, más que nada, el intenso lazo que une a la autora a las mujeres del campo de su tierra, sus costumbres, ritos, cantos y danzas. Filas de mujeres / de falda / y botas de goma / desentierran / tubérculos. Es la danza / para no morir / de hambre, / dicen y se ríen.
Su abuela, su madre, llenan estos recuerdos, pero también los bosques, pastos, plantas y animales cercanos. Algo ancestral hay en ese cesto que no se puede borrar, y es lo que la memoria guarda, junto a Mechones, bucles, / pelo suelto, / cobrizo, rubio / o ceniza.