Estas pesquisas indagan en torno a una escena del crimen, cuya primera pista es la frase de Roland Barthes: «el nacimiento del lector se paga con la muerte del autor». En tal rodeo, mientras una novela y un detective aparecen y se ocultan, se rastrean también pistas divisadas en la filosofía, la teoría literaria, la literatura y la lingüística.
Pero, ¿ha ocurrido realmente el crimen o se trató más bien de una simulación? ¿Hay cadáver? ¿De quiénes se sospecha? Contra el academicismo de las conclusiones y los aportes (y, sin embargo, escrita desde la universidad como espacio criminal), esta investigación difusa, dividida en verdaderos ensayos policiales, no avanza hacia una solución ni tampoco, leída en su conjunto, se encamina hacia una acabada definición. En todo momento vacila, pues la única certeza es que se escribe. Sin ir más lejos, probablemente en la misma escritura de esta contratapa ocurra algo similar, porque tampoco ella explica el recorrido de estos ensayos inauditos.