Que me parta un rayo no es solo uno de los mejores discos de rock en castellano de todos los tiempos. Con él, Christina Rosenvinge abrió un camino que hasta entonces transitaban muy pocas mujeres, sin aspavientos pero con valentía, y sin pedirle ni deberle nada a nadie. El álbum conoció el éxito y cautivó a oyentes de toda condición en España y, al mismo tiempo, fue una obra de referencia, de libertad y de esperanza para cientos de miles de muchachas en Latinoamérica, a las que ayudó a comprender que había otras vidas posibles.
Con Que me parta un rayo, Christina Rosenvinge dio un giro radical a su carrera, buscando su propia voz e identidad artística, pero ocurrió algo más: se destapó también como una inmensa compositora, deslumbrante tanto en unas cuidadas, personales y narrativas letras como al imaginar melodías arrebatadoras.
Para poner en pie el disco, recurrió al grupo de directo de Joaquín Sabina (Antonio García de Diego, Pancho Varona, Jaime Asúa), rebautiza para la ocasión como Los Subterráneos.