Los Diarios de Lezama Lima, a priori considerados como parte de una textualidad lateral y poco relevante en su pensamiento, son, en realidad, un espacio de aun más libertad que el de su ensayística y se conectan con ella como la proyección del plano inconsciente, registrando todos los cabos sueltos que el escritor buscará desarrollar en sus textos posteriores. La lucidez y agilidad verbal que lo caracterizan se complementan con una erudición y curiosidad igualmente sorprendentes, las que en el ejercicio de libertad que supone la composición cronológica de una vida se sintetizan en un complejo mapa de lecturas de la cultura occidental y oriental, a través del contrapunto y la imagen como patrones o mecanismos que permitirían descentrar el estático orden religioso y político instaurado en América y permitir un pensamiento fluido y filosófico, sin los aparatosos e inmovilizantes grilletes del orden intelectual europeo.