Ellos: (maestros de las pulsiones absolutas) transformaron este cuerpo decadente en un instrumento de martirio y dolor ajeno, en un sacerdote negro que recita versos ancestrales mientras recolecta almas por medio de los rituales oscuros de la carne: el asesinato. Bajo los apósitos la infección arde con el pasar de los días; las llagas y el pus son los tributos para las no-santas potestades. Los antiguos espíritus del mal canalizan sus actos en mi cuerpo como estigmas que laceran —y bendicen— la piel, pero: 'El dolor no es malo. Es bueno. Te enseña cosas', dijo Charles Manson.
A veces pienso en las palabras de Eric Harris —o quizás son los espíritus del mal que hablaron a través de él, quién sabe—, y repito sus palabras en mi mente y ya no me siento tan solo: 'Los odio por excluirme de tantas cosas, los odio y será mejor que me tengan miedo, ¡odio!, estoy lleno de odio y me encanta. La naturaleza humana de la gente es su muerte'.