Una vez que hubo resuelto –hacia 1850– una forma moderna de gobernabilidad política, la clase dirigente chilena enfrentó el desafío de transitar a la modernización social y económica. Lejos de restringirse a Chile, esta contingencia tuvo un alcance global y no podía ser más clara y apremiante: la segunda mitad del siglo XIX, época del industrialismo y la técnica, reclamaba de las naciones la lucidez visionaria y la decisión inquebrantable para dar el gran salto histórico; algunas lograrían la categoría de dínamos económicos, mientras que otras, atadas a una matriz colonial, permanecerían en la posición subordinada de emporio proveedor de materias primas para el mercado mundial que estaba en construcción.
El profesor Ortega, considerado entre los más importantes historiadores económicos de Chile, indaga las condiciones que la clase dirigente del país generó para realizar aquella transición, estudiando los factores productivos, los cambios sociales y las coyunturas que marcaron las décadas entre 1850 y 1880, e identificando los elementos estructurales, institucionales, culturales e ideológicos que finalmente impidieron al país forjar la llave maestra para dar ese gran salto histórico.
Antes del marasmo neoliberal en que se encuentra hace décadas, Chile fue constantemente escenario de una discusión sobre economía política. La obra de Ortega nos invita a revisar las verdades incuestionables en que parece haber quedado resignado el futuro, para someterlas a esta gran lección de la historia: que Chile no alcanzará el estadio histórico emancipatorio sin un previo reconocimiento y superación de los lastres internos que acarrea desde su primera ruta al capitalismo, que acabaría siendo también su primera gran frustración económica.