Este libro, que reúne 31 poemas y 31 arpilleras de diversos tiempos, lugares y autorías, es ciertamente el testimonio de múltiples diálogos ocultos y a la vez visionarios, aparentemente distanciados por el orden de las cosas o por los caprichos y prejuicios de los administradores del arte. Lo cierto es que, desde mi punto de vista, no hay lejanía ni litigio alguno entre una arpillera que surge de un campamento marginal y un poema que abre su abanico de sentidos desde las tensiones de una historia y nuestras constantes tragedias políticas. Ambas expresiones surgen de cuerpos, geografías, contingencias, épocas, traumas, esperanzas y lenguajes que buscan preservar relatos y emociones personales para dar cuenta de pesadas herencias colectivas.