La complejidad del México colonial, cuya gestación se prolonga durante los siglos XVI a XVIII, en ge-neral ha sido descuidada ante el prestigioso ascendiente de los antepasados prehispánicos. Para Serge Gruzinski resulta claro que la mayoría de los historiadores y etnólogos -con notables excep-ciones, como Gonzalo Aguirre Beltrán- han pasado por alto la decisiva revolución de los modos expresivos de la Colonia, cuando ocurre el paso de la pictografía a la escritura alfabética de ahí la importancia que tienen las fuentes indígenas del México colonial, vinculadas sin duda a la naciente pasión por la escritura, a la voluntad de sobrevivencia, de salvar la memoria del linaje y de la comunidad, a la intención de conservar las identidades y los bienes. Y el filtro de la escritura, aparte de dar cuenta de conductas o creencias reprobadas por la Iglesia, permite rescatar algunas claves del pasado originariamente plasmadas en los códices.