Aunque actualmente se considera a Elizabeth Bishop como una de las grandes figuras de la poesía norteamericana del siglo XX, durante años su obra fue despreciada por los críticos literarios: detrás de la aparente sencillez con la que revestía sus textos se escondía un calado intelectual que muchos de sus contemporáneos no supieron valorar. Lúcida, precisa, rigorosa, retraída y atrevida, Bishop nos abre las puertas a su particular mundo a caballo entre distintos países, hogares y obsesiones.
Heredera natural de Whitman y Dickinson, fue desconocida durante años. Incansable viajera, de Francia a España, del norte de África a Irlanda, de Italia a México, además de los casi veinte años que vivió en Brasil junto a su entonces pareja, la aristócrata y arquitecta brasileña Lota de Macedo Soares (1910-1967), Elizabeth Bishop fue una mujer libre, que llevó esa libertad hasta sus últimas consecuencias, también creativas.